miércoles, 6 de abril de 2011

Historia de un caballo



Érase un caballo blanco llamado Consejero. En un prado verde pastaba.

Delgado de ojos tristes y andar lento.

Cuando se abría la puerta del cercado, el caballo a paso suave iba a recibir a su dueña.

Comía la yerba que crecía, manzanas, zanahorias y otras delicias que le gustaban al animal. Relinchaba moviendo las orejas y la cola si estaba contento.

A cierta distancia en el gallinero sus únicas amigas, las gallinas lo miraban con curiosidad y el gallo emitía su característico sonido. Eran los únicos animales que acompañaban a Consejero en sus días.

¡Te encuentro a faltar pensaba su dueña!, te acariciaba el pelo y tu suave piel caliente.

La mirabas con ojos agradecidos. Te cepillaba suavemente y frotabas tu cabeza con la suya en señal de agradecimiento.

Un día el veterinario aconsejó que lo cambiaran de lugar porque allí echaba en falta a otros de su especie. Como estaba muy delicado su dueña dejó que te llevaran a otro pueblo donde había más caballos. Allí sigues amigo, te sigo recordando y nunca me olvidaré de ti Consejero. Tu dueña.

Glòria Vendrell Moix